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Un exorcista a los universitarios: el demonio existe

MADRID, 10 mayo 2001 (ZENIT.org).- En un abarrotado salón de conferencias, el sacerdote José Antonio Fortea explicó el miércoles a los alumnos del Centro Universitario Francisco de Vitoria, en Pozuelo de Alarcón (Madrid), su función como demonólogo (experto en demonios).


Fortea comenzó demostrando la existencia de los seres angélicos y de los diabólicos. «No se puede decir que no se cree en los espíritus porque no se ven. Es una contradicción: por su esencia, los espíritus no se pueden ver», apostilló.

Recordó que el exorcismo es un ministerio instituido por la Iglesia católica, aunque lamentó que tras el Concilio Vaticano II se hubiese abandonado en cierto modo su práctica. «En los últimos tiempos está retomándose, porque hay una demanda por parte de numerosos fieles», aclaró.

Fortea, experto también en psiquiatría, explicó que las posesiones diabólicas no son simples enfermedades mentales. Según el sacerdote, hay perturbaciones que ningún psiquiatra puede remediar, y que el exorcista «cura» pronunciando una oración sobre el afectado.
Para evitar la posesión diabólica, el sacerdote recomendó la vida de gracia, la confesión, la oración y la misa. 
(10 de mayo de 2001) © Innovative Media Inc.

La estrategia de Satanás es confundir

Entrevista con el P. Pedro Mendoza Pantoja, exorcista, quien habla de las estrategias de las que se vale Satanás para persuadir, engañar y confundir.




Habla un exorcista: La estrategia de Satanás es confundir

Satanás existe y su estrategia es la confusión constata en esta entrevista concedida a Zenit el padre Pedro Mendoza Pantoja, exorcista de la archidiócesis de México.

El sacerdote fue uno de los organizadores del Primer Encuentro Nacional de Exorcistas y Auxiliares de Liberación de México que se celebró del 31 de agosto al 2 de septiembre en la sede de la Conferencia Episcopal Mexicana con unos quinientos participantes.

El padre Mendoza Pantoja coordina la labor de los ocho exorcistas, cada uno para cada vicaría territorial de esa archidiócesis, considerada como una de las más grandes del mundo.

--¿Qué es un exorcista?

--Padre Mendoza: Es un obispo o un sacerdote designado por éste, que por mandato de Jesucristo y en el nombre de Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo hace una oración en la que, de forma imperativa, en caso de posesión diabólica, ordena a Satanás salga y deje en total libertad al poseso, o bien de forma deprecativa, es decir de intercesión o suplica, se pide que, por la sangre preciosa de Cristo y la intercesión de la Virgen María, sea liberada una persona, lugar, casa o cosa de toda influencia demoníaca, ya sea infestación, obsesión u opresión.

--¿Cualquier persona puede ser exorcista?

--Padre Mendoza: No. De acuerdo con el Evangelio, Cristo enriqueció a sus apóstoles con dones carismáticos cuando los envió a evangelizar. En Mateo 10, 1 dice «Y llamando a sus doce discípulos, les dio poder sobre los espíritus inmundos para expulsarlos y para sanar toda enfermedad y toda dolencia». Se puede leer también Marcos 16,17-18. Por lo mismo corresponde a los obispos, sucesores de los apóstoles, ejercer este ministerio de expulsar a los demonios; pero ellos, de acuerdo con el canon 1172 del Código de Derecho Canónico, pueden designar para ejercer este ministerio, de una manera estable o para un caso especial, a «un presbítero piadoso, docto, prudente y con integridad de vida». Esto hablando de posesiones diabólicas y por lo mismo de exorcismo propiamente dicho, llamado también exorcismo solemne.

Pero todo presbítero por su ordenación participa del sacerdocio ministerial de Cristo y tiene con Él la misión de liberar a los fieles de toda obsesión, opresión o influencia demoníaca, con oraciones deprecativas de intercesión y suplica, con la evangelización y administración de los sacramentos, principalmente de la Penitencia y Eucaristía. Por lo mismo, todo sacerdote es exorcista en cuanto a la Pastoral de Liberación dentro de su misión de evangelizar, y esto, por mandato de Cristo; no necesita ser designado para realizar el llamado exorcismo menor. Los laicos no pueden ser exorcistas.

--El encuentro que ustedes organizaron convocaba también a «Auxiliares de Liberación». ¿Quiénes son y qué hacen estas personas?

--Padre Mendoza: Auxiliares de Liberación son: los sacerdotes que no tienen el carácter de exorcista oficial, médicos, psiquiatras, religiosos y laicos que ayudan al sacerdote exorcista en el discernimiento o auxiliándole en el ejercicio de su ministerio, bien con su oración de intercesión o en diversas eventualidades. Los sacerdotes auxilian con oración de liberación y los laicos con oración de intercesión. El sacerdote no exorcista oficial puede hacer el exorcismo menor, llamado también oración de liberación, auxiliado a su vez por todos los laicos que lo acompañan en el discernimiento y con oraciones de intercesión. Los laicos no pueden hacer oraciones de liberación.

--Se trata del primer encuentro de exorcistas de México y uno de los primeros de estas características en el mundo, si no me equivoco. Da la impresión de que en los últimos cuarenta años la figura del exorcista estaba desapareciendo. ¿Es una impresión que corresponde a la realidad?

--Padre Mendoza: Efectivamente, así es. Las causas son varias, pero diríamos que están englobadas en el gran reto que la segunda cincuentena del siglo pasado presenta a la Iglesia en su tarea de evangelización.

En la primera cincuentena, Satanás venía atacando a la humanidad en el campo de las ideas y del pensamiento: racionalismo, materialismo, gnosticismo, masonería, rosacrucismo, sectarismo, socialismo, marxismo-leninismo, etc., que alejan al hombre de Dios. Por una parte la negación de un Dios personal y la negación también de la existencia de Satanás como un ser personal, cambiando al Dios Verdadero por un dios impersonal que se identifica con este mundo material y reduciendo a Satanás a un mero símbolo. Varias naciones se vieron inmersas en dos guerras mundiales, y otras tantas sufrieron revoluciones intestinas y persecuciones religiosas, derramándose la sangre de muchos cristianos que sufrieron el martirio como testimonio de su fe. Sin embargo, la Iglesia católica se mantenía como baluarte de evangelización. La familia era la primera escuela de la fe, fe que estaba inculturada en sus tradiciones y se manifestaba en el actuar de las asociaciones católicas y en las celebraciones litúrgicas, lográndose así enraizar al pueblo en su fe.

No faltaron leyendas de lloronas, de nahuales, de espantos, brujos, hechiceros y todo lo que hay ahora, pero no eran relevantes ni se les daba importancia; no había necesidad de exorcismos, estos sólo se efectuaban en el rito del bautismo.

Al terminar la segunda guerra mundial, en 1945, comienza una revolución industrial: los grandes consorcios mundiales, que hasta entonces tenían el gran negocio de la fabricación de implementos de guerra, cambian a la fabricación de implementos domésticos. Evolucionan aceleradamente la ciencia y la técnica, inventando aparatos y objetos que hacen más fácil y placentera la vida: refrigeradores, estufas, radios, televisión etc. Esto sume a la sociedad en un afán consumista: “dime cuánto tienes y cómo vives y te diré cuánto vales”. Los padres, que antes eran capaces de satisfacer las necesidades básicas de familias incluso numerosas, ya no lo son ante la creación de nuevas necesidades. Tienen que trabajar hasta 3 turnos e incluso la mujer tiene que trabajar fuera del hogar. La familia se desintegra y deja de ser la primera escuela de la fe. Para 1960 la Iglesia se encuentra en crisis, ya no está cumpliendo eficazmente su misión evangelizadora.

Viene la manifestación del Espíritu Santo con la convocatoria, por el Papa Juan XXIII, del Concilio Vaticano II, que comienza en 1962 y termina en 1965 para poner a la Iglesia al día y en consonancia con los tiempos en su tarea evangelizadora. Las conclusiones del Concilio van concretándose en las conferencias episcopales, en los sínodos diocesanos, consejos vicariales, decanales y parroquiales en la nueva y permanente misión evangelizadora.

Para los años sesenta ya la influencia demoníaca ha hecho estragos en el pueblo de Dios: choque de generaciones, rebeldía juvenil, drogadicción, hipismo y la vuelta a las antiguas y constantes ideas pregonadas en los años sesenta por Louis Pauwels y Jacques Bergier con su libro titulado «El Retorno de los Brujos». En él se relataba la historia de la evolución del hombre: un fantástico viaje por la ciencia, la alquimia, las sociedades secretas y el conocimiento. Eran ya tratados magistralmente los grandes temas que hoy preocupan a la «New Age» o Nueva Era, que tomó forma en 1980 con el libro de la investigadora Marilyn Ferguson «La conspiración de Acuario» que diseña una «manera nueva» de pensar viejos problemas, lo que se conoce como «nuevo paradigma».

Por los años setenta surge la llamada teología de la muerte de Dios y, consecuentemente, surge también con el protestante R. Bultmann la teología de la muerte de Satanás.

Tal corriente infectó también a nuestros teólogos, que últimamente no hablaban ya del diablo ni de los ángeles. En los seminarios no se da una preparación sobre exorcismos e incluso desapareció, junto con las antes llamadas órdenes menores, el exorcitado. Pero como contraparte el hombre sintió la nostalgia de Dios. Y se da a la búsqueda de lo sobrenatural y mágico, como solución a la problemática en la que se ha visto envuelto por su alejamiento de Dios, y viene a caer en las garras de la New Age, que con sus engañosas espiritualidades y ficticias soluciones mágicas y esotéricas ha abierto las puertas al demonio, quien se niega a ser ignorado, haciendo estragos en las personas que han caído en las prácticas esotéricas y mágicas de la New Age. La Iglesia ha tenido, por lo mismo, que reavivar algo que ya se había olvidado como cosa del pasado, aunque oficialmente nunca se ha negado: los exorcismos del evangelio como algo urgente en nuestros tiempos, en la Misión Permanente de la Nueva Evangelización: anunciar a los alejados la Pascua de Cristo, quien vino a liberarnos de las acechanzas de Satanás.

--Se dice que en algunos países el avance de sectas satánicas no ha podido ser afrontado por la Iglesia de manera adecuada por la falta de exorcistas. ¿Cree que hay algo de verdad en esta constatación?

--Padre Mendoza: La respuesta a esta pregunta está relacionada con la anterior. En efecto, a nuestra feligresía y a los mismos sacerdotes nos ha envuelto el mar de confusiones al que la New Age nos lleva con su mezcolanza de ideas, de engaños y mentiras, manipulando espiritualidades orientales mezcladas de panteísmo, así como las medicinas tradicionales, que en sí mismas son un don de Dios y nada tienen de diabólico, pero de cuya eficacia se sirven los promotores de la New Age para darse crédito y hacer creer que todo lo que dicen es verdad. Así también a obispos y sacerdotes nos tomó por sorpresa, sin saber qué hacer ni cómo actuar ante ese mar de confusiones. Y a algunos les llenó de miedo la fenomenología que presentan los afectados por el demonio. O bien, les llevó a escudarse en un escepticismo craso ante esas realidades, atribuyéndolas a problemas sicológicos o a enfermedades difíciles de curar y por lo mismo les llevó a no atenderles.

Por otra parte, en los seminarios no se da una preparación para afrontar esta problemática. Por todo esto es que, ha través de nuestros encuentros y congresos a nivel tanto nacional como internacional, buscamos la formación tanto para nosotros los exorcistas oficiales como para todos los sacerdotes y para los laicos comprometidos en la pastoral de liberación.

--Muchos, quizá incluso creyentes, niegan el que pueda haber personas poseídas por el demonio. Consideran que se trata más bien de problemas psicológicos o psiquiátricos. ¿Cómo distingue un exorcista los casos de posesión de los casos de perturbaciones de otro género?

--Padre Mendoza: El Código de Derecho Canónico y el mismo Nuevo Ritual de Exorcismos, así como el Catecismo de la Iglesia Universal, establecen que antes de hacer el exorcismo mayor debe hacerse un discernimiento: si se trata de una verdadera posesión o de una simple obsesión u opresión diabólica, sirviéndose incluso de asesoramiento previo de médicos y siquiatras a fin de que den su diagnóstico, siendo siempre el sacerdote el que debe decidir, pues por otra parte, el ritual de exorcismos nos indica cuáles son esos signos que nos pueden indicar o hacer sospechar de una verdadera posesión diabólica: hablar o entender, como si fueran propias, lenguas desconocidas; revelar cosas ocultas o lejanas; manifestar fuerzas superiores a su edad o condición física, apartarse vehementemente de Dios, aversión al Santísimo nombre de Jesús, de la Virgen María y de los santos, a imágenes, lugares y objetos sagrados.

--Entre muchas personas, sin embargo, estos casos de posesión diabólica parecen más bien historias de películas de Hollywood. Da la impresión de que la estrategia del demonio es la de hacer creer que no existe. Como exorcista, ¿cree que es verdad?

--Padre Mendoza: En realidad, según mi apreciación, Satanás utiliza varias estrategias para apartarnos de Dios. Lo que le interesa al diablo es más bien confundirnos, ya sea para que creamos que no existe y que por lo mismo, si él no existe, tampoco existen el infierno ni el cielo y así no temamos el estar lejos de Dios. Por otra parte, en cambio, se manifiesta con opresiones y obsesiones para atormentar terriblemente a los que le han abierto las puertas, a fin de que le tengan miedo y no traten de cerrarle las puertas y liberarse de él. A algunos, en cambio, les favorece para que crean en su poder y confíen en él. Así podemos explicar el culto satánico y a la santa muerte para obtener poder, su favor y protección. Satanás es el padre de la mentira y del engaño.

--Todo ministerio en la Iglesia es una gracia de Dios y un servicio a los hermanos. Usted, personalmente, ¿percibe como una gracia para su vida el ministerio de exorcista?

--Padre Mendoza: Toda mi vida es una gracia de Dios: mi bautismo el don que me convierte en hijo de Dios, miembro de la Iglesia y coheredero con Cristo de su gloria; el ministerio sacerdotal, el don que me permite participar de su pascua y de su obra de salvación y servicio a mis hermanos. El ministerio de exorcista es también un don de su gracia y misericordia, que en mi pequeñez, insignificancia y limitaciones, me permite experimentar, como instrumento suyo, su poder liberador y salvífico en el servicio a mis hermanos, lo cual me alienta y me impulsa a adherirme más a Él para tener parte en su victoria y, con ella, de su gloria.

--¿Cómo es el servicio del exorcista a la Iglesia y a sus hermanos? En otras palabras, ¿hay algún caso que pueda contarnos en el que su ministerio de exorcista le haya permitido experimentar en plenitud su vocación como hombre y sacerdote?

--Padre Mendoza: Son muchos los casos en que, practicando la oración de liberación (desde hace veinticuatro años, aun sin ser exorcista), he constatado el poder del que Dios nos hace partícipes a los sacerdotes en el servicio a nuestros hermanos que sufren. La terapia de fe con la oración de sanación, de liberación y de perdón, con la cual se logra muchas veces lo que resulta imposible, fuera de su alcance, a la ciencia médica y psicológica.

Ahora, como exorcista desde hace seis años, he atendido varios casos de opresiones y obsesiones diabólicas en personas atormentadas y ya desesperadas después de haber pasado por toda clase de especialistas, curanderos y brujos que empeoraron su situación, al grado de hacerlos pensar en una posesión diabólica y pedir ansiosamente un exorcismo. En algunos casos se han presentado señales que me han llevado a sospechar de una presencia o posesión diabólica y, aun sin estar seguro, a hacer el llamado exorcismo de diagnóstico, es decir, oración imperativa, lograr con ello hacerlos entrar en una paz y tranquilidad aun sin llegar a hacer plenamente el exorcismo solemne, bastando el continuar con la oración de liberación. Ha sido una gran satisfacción lograr la liberación de mis hermanos, a través del servicio de mi humilde ministerio, por el poder de la oración de intercesión y ver el incremento de su fe, gracias a una evangelización y catequesis que los lleva a convertirse, a renovar su fe y adherirse más plenamente al Señor y verlos continuar su vida llenos de amor y confianza en Dios.

--¿Qué debe hacer una persona que cree ser víctima de la posesión diabólica o que conoce a alguien que podría encontrarse en esa situación?

--Padre Mendoza: Recurrir a su párroco y hacer una buena confesión para que, de primera instancia, este sacerdote le atienda. Si su párroco descubre que hay una influencia demoníaca pero no signos de posesión diabólica, que le haga oración acompañado de su equipo de liberación y la inserte en algún grupo de evangelización o de crecimiento en la fe o en algún ministerio de la parroquia. Si el párroco percibe signos que le hagan sospechar de una posesión diabólica o no se siente capaz para afrontar el problema, entonces que la canalice con el exorcista de su diócesis o con el exorcista más cercano. Nunca debe recurrir a brujos o curas mágicas.

[Para otras preguntas, comentarios o aclaraciones sobre las anteriores, puede contactar al Pedro Mendoza Pantoja en pedromen@prodigy.net.mx]






Si la fe de la Iglesia se debilita, el exorcismo pierde eficacia

P. Dermin: “Si la fe de la Iglesia se debilita, el exorcismo pierde eficacia”
Comienza un curso sobre el exorcismo en el “Regina Apostolorum”




28 de marzo de 2011 | 1553 hits

ROMA, lunes 28 de marzo de 2011 (ZENIT.org).- El padre François Dermin, presidente nacional del Grupo Investigación e Información Religiosa (GRIS en sus siglas en italiano), prior del convento de Santo Domigo de Bolonia y profesor de teología moral, italiano con orígenes canadiense es uno de los profesores del curso de exorcismo que realizará esta semana el Ateneo Pontificio Regina Apostolorum en Roma.
Se trata de curso de una semana que sin embargo, no transforma en exorcista a quien lo frecuenta, pues para ello es necesario el permiso del obispo y un camino de formación práctica que no siempre es fácil de realizar debido a la falta de exorcistas con experiencia.

A pesar de que la existencia o no del demonio, las posesiones y el satanismo son cuestiones de cada vez mayor interés, el presidente del GRIS explicó a ZENIT que sobre el demonio en materia teológica se sabe lo mismo de lo que se sabía antes, aunque ahora es más fácil distinguir las enfermedades de los casos de presencia del maligno. En este caso el punto central es el discernimiento del exorcista que se puede apoyar incluso en consultas con médicos especialistas.

- ¿Por qué un curso de exorcismo?

François Dermin: En realidad es un curso sobre el exorcismo que sirve para hacer conocer mejor este ministerio a los sacerdotes, pero también en el ámbito médico y psicológico. Los destinatarios no son necesariamente futuros exorcistas, entre otras cosas porque no basta un curso para volverse exorcistas y porque se necesita un mandato explícito del obispo.

Se trata de contribuir a traer a flote un ministerio que muchas veces fue relegado sea en Italia que en el mundo, por lo tanto queremos hacer conocer la necesidad y la actualidad de este tipo de curso.

- Muchos de los participantes a este sexto curso son sacerdotes. Hay un desemboque práctico o es simplemente algo teórico?

François Dermin: Hay que reconocer que es más teórico que práctico. Incluso las personas que obtengan el permiso del obispo es aconsejable que se acerquen a un exorcista con experiencia para instruirse en la práctica del ministerio.

- ¿Hoy se sabe más sobre el demonio de lo que se sabía por ejemplo en la Edad Media?

François Dermin: Desde el punto de vista teológico no se sabe más de lo que se sabía en dicha época. Grandes doctores de la Iglesia como Santo Tomás, San Buenaventura y San Agustín y también otros muchos santos han hablado del demonio de manera profunda, también especulativa, filosófica y teológica.

Podemos saber más en cambio sobre algunas enfermedades que en el pasado eran consideradas manifestaciones de acción diabólica pero que son solamente enfermedades. Por ejemplo en el pasado a la epilepsia se la relacionaba con una forma de posesión diabólica, cuando en realidad es una enfermedad que hay que curar.

- ¿Cómo se distingue un caso de posesión, infestación o una manifestación diabólica de una enfermedad?

François Dermin: Ésta es para mí una de las principales dificultades del exorcista, pues deberá discernir y ésto es una parte central del ministerio exorcístico. Porque hay personas que creen de estar a la merced de una acción del demonio, no necesariamente poseídas pero perseguidas, humilladas, obsesionadas o cosas de este tipo.

Entonces hay que entender si se trata de personas que sufren alucinaciones o cosas de este tipo. En estos casos hay que hablar con ellos, y cuando es necesario se debe recurrir a médicos y psiquiatras. Por ejemplo cuando ejercía como exorcista en mi diócesis, mi equipo estaba integrado por otros dos sacerdotes y dos psiquiatras, a los que acudía en caso de dudas.

El discernimiento no siempre es inmediato. Hablando con las personas o sobre ellas, uno se da cuenta si hay algunas reacciones --no necesariamente espectaculares como en el caso de las posesiones-- pero reacciones particulares como sucesión de calor y frío, desmayos o – disculpe – se ponen a eructar o cosas de este tipo. El discernimiento se hace también con la oración. Hay que acordarse que el exorcismo es una obra sobrenatural en la cual el principal personaje es Dios.

- Jesús hizo exorcismos.

François Dermin: Juan Pablo II decía que uno de los principales ministerios de Jesús fue el del exorcismo. No por casualidad realizó tantos. Si bien en la Biblia y en los Evangelios no siempre resulta clara la distinción entre una curación y una liberación. El uno de las partes dice que una persona estaba enferma y que cuando intervino Jesús fue liberada, o viceversa.

Al exorcismo muchas veces se lo asocia casi exclusivamente a la posesión, si bien muchas veces el exorcista tiene que vérselas con personas que en cambio son víctimas de otras formas de persecución diabólica. Infestaciones de casas donde se sienten ruidos, muebles que se desplazan o se rompen, etc.

Además existen casos de posesiones en que las personas escuchan voces dentro de si. Esto sucede muchas veces cuando se hace espiritismo. Claramente hay que controlar que no se trate de casos de esquizofrenia.

La liberación se realiza también a través de un camino espiritual. La persona tiene que cambiar de vida, frecuentar los sacramentos etc.

- ¿La persona que obtiene el permiso del obispo tiene que tener particulares cualidades?

François Dermin: En el derecho del exorcismo, se habla también de cualidades morales, espirituales y en cierto sentido culturales. Es necesario por ejemplo conocer un mínimo de psicología.

- ¿Cuáles son las cosas peligrosas para una persona normal?

François Dermin: Buena parte de las personas que se dirigen a un exorcista lo hacen después de haber participado en una sesión directa, voluntaria de ocultismo, formas de magia, espiritismo, etc.

Entretanto las manifestaciones del maligno pueden suceder sin que haya ningún compromiso por parte del sujeto con el ocultismo y estas personas pueden ser víctimas de males que les son hechos. Y aquí entramos en algo misterioso que se llama maleficio. Habría mucho que hablar.

Cuando inicié el ministerio de exorcista estaba un poco perplejo sobre los maleficios, pero tuve que cambiar de idea.

- ¿La mejor protección en estos casos?

François Dermin: La vida cristiana y de oración. Pero no hay protecciones absolutas. Por ejemplo existieron santos que mismo por un breve período sufrieron ésto. Pienso en san Juan Calabria, en santa Gemma Galgani y en santos que fueron tremendamente atormentados por el demonio.

- ¿Un exorcismo es suficiente o un proceso?

François Dermin: Aquí estamos tocando una tecla muy delicada. He escuchado testimonios de exorcistas de hace cuarenta o cincuenta años atrás, quienes indicaban que entonces bastaba un sólo exorcismo para liberar a una persona. Hoy pueden durar meses y a veces años. Y es necesario reflexionar por qué sucede esto.

Alguien podría pensar que se debe a una sociedad que se alejó de Dios, en cierto sentido que ha apostatado.

Aquí en cambio le indico una opinión absolutamente personal: el exorcista no hace una oración personal sino que reza en nombre de la Iglesia. Y si la fe se vuelve débil en el interior de la Iglesia no excluyo que ésto contribuya a disminuir la eficacia del mismo exorcismo.

- ¿Cual es la relación entre las fórmulas del exorcismo y la fe?

François Dermin: Las fórmulas sin la fe no valen nada. Pero no es solamente la fe del exorcista sino al fe de la Iglesia. Aquí cuando digo Iglesia no me refiero a la Iglesia institucional que siempre ha creído y enseñado la realidad sobre el demonio y la posibilidad concreta de persecución por parte del mismo. Hablo en cambio de los hombres de Iglesia. No todos los sacerdotes e incluso obispos creen en estas cosas. Entiendo que es un tema muy delicado.

- ¿No la Iglesia gloriosa, pero la militante?

François Dermin: La Iglesia aquí en la tierra puede ser tentada también con la secularización. Es el racionalismo. Se corre el riesgo de debilitar la fe sobre la existencia del demonio.

- La iconografía católica o la falta de la misma tiene alguna influencia o no tiene nada que ver?

François Dermin: No, si nuestra sociedad se seculariza y reniega de su propia fe es obvio que le deja más espacio al demonio que es el enemigo de la Encarnación.

- ¿El sacerdote que ejercita el ministerio del exorcismo tiene que adquirir experiencia?

François Dermin: Nunca se acaba de aprender y la experiencia enriquece siempre y es fundamental. El problema de los exorcistas actuales es que se han vuelto tales sin un maestro que les enseñara. Por mi parte tuve poca experiencia práctica y en cierto sentido tuve que arreglarme cometiendo incluso algunos errores. La experiencia se adquiere poco a poco. Lo ideal sería tener maestros en este campo.

No siempre encontramos explicación a todo, entretanto debemos creer que Dios está presente, que actúa, que estamos de la parte del vencedor y que el demonio quiere molestar al hombre, alejarlo de Dios o incluso destruirlo. Y que Dios otorga a la Iglesia los medios para combatir victoriosamente al demonio.






Ritual Romano de 1614 y el Exorcismo Actual


Cualquier exorcista puede utilizar hoy, sin necesidad de pedir permiso a su obispo correspondiente, el antiguo ritual del Papa Paulo V, que data de 1614.

En una carta fechada en el Vaticano el 13 de diciembre de 2011, el secretario de la Pontificia Comisión Eclessia Dei, monseñor Guido Pozzo, responde afirmativamente a la consulta efectuada por el padre Francesco Bamonte, exorcista de la Diócesis de Roma, sobre la posibilidad de emplear el Rituale Romanum “en vigor en 1962”, que era precisamente el de Paulo V, cuya última edición corresponde a 1952.

En su carta, recogida ahora por el padre Antonio Doñoro en la segunda edición de su libro Exorcismos. Fuentes y Teología del Ritual de 1952, una de las obras de referencia de los nuevos exorcistas nombrados por el cardenal Rouco, monseñor Pozzo afirma lo siguiente:

“En orden al uso del Rituale Romanum para el rito del exorcismo, esta Pontificia Comisión precisa cuanto está dispuesto en la instrucción Universae Ecclesiae del 30 de abril de 2011, en el número 35: el permiso para utilizar el Rituale Romanum en vigor en 1962”.

Sin necesidad de pedir permiso... Previamente, el 21 de junio de 2011, don Francesco Bamonte había consultado al cardenal William Joseph Levada, presidente de la Pontificia Comisión Ecclesia Dei, sobre si podía utilizarse el Antiguo Ritual de exorcismo sin necesidad de pedir permiso al obispo correspondiente y éste a su vez al Dicasterio de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, siguiendo el conducto habitual.

Advirtamos también que en 2007, Benedicto XVI, en su documento Summorum Pontificum, aludía ya al uso de la liturgia anterior al Concilio Vaticano II y, en concreto, a que cualquier exorcista podía emplear el Ritual y el Misal antiguos. Tres años después, el 30 de abril de 2011, la Pontificia Comisión Eclessia Dei publicó una instrucción sobre la aplicación del documento Summorum Pontificum, en cuyo número 35 se dice que sí se puede emplear el Ritual Romano antiguo.

De modo que, por si quedaba aún alguna duda, don Francesco Bamonte realizó la consulta y obtuvo finalmente la ratificación.

La eficacia del antiguo ritual

La aclaración es de suma importancia para los exorcistas de todo el mundo, pues el Nuevo Ritual ha sido muy criticado por el propio don Gabriele Amorth, exorcista oficial del Vaticano, así como por su discípulo don Salvador Hernández, exorcista de la Diócesis de Cartagena (Murcia), con quienes me entrevisté en su día para componer mi libro Así se vence al demonio (LibrosLibres), convertido ahora también en manual de cabecera de los exorcistas designados por el cardenal Rouco para cada una de las ocho vicarías de la Archidiócesis de Madrid.

“Un arma sin filo”

A diferencia del nuevo ritual, aprobado durante el pontificado de Juan Pablo II, el antiguo se ha revelado mucho más eficaz a la hora de expulsar demonios. Amorth, en concreto, definió el Nuevo Ritual como “un arma sin filo” contra el demonio, mientras que Salvador Hernández lo ha calificado de “descafeinado” frente al “café, café” del antiguo del Papa Paulo V.

Amorth y el nuevo ritual

Sin ir más lejos, como denunciaba Amorth, el Nuevo Ritual establece la prohibición de realizar exorcismos en caso de maleficios, que son la causa más frecuente de posesiones y de males causados por el demonio.

Por si fuera poco, en el punto 16 del Nuevo Ritual se establece que tampoco puede recurrirse al exorcismo si no se tiene la certeza absoluta de una presencia diabólica. Pero, como subrayaba Amorth, semejante certeza sólo se tiene procediendo al exorcismo.



Por Jose Mª Zavala - (Original en ReL)






La práctica del exorcismo hoy en la Iglesia


Entrevista con el padre Pedro Barrajón, rector del Ateneo Pontificio Regina Apostolorum

Roma, 23 de mayo de 2013 (Zenit.org) H. Sergio Mora | 2266 hits



En el programa televisivo 'Vaderretro' del canal SAT 2000 de la Conferencia Episcopal Italiana, han pasado un video sobre una oración que el papa Francisco hace imponiendo las manos a un joven en silla de ruedas. En dicho programa algunos consideraron que se trataba de un exorcismo.

La noticia, que encontró amplio espacio en las páginas de los periódicos, fue luego redimensionada por el portavoz de la Sala de Prensa del Vaticano, padre Federico Lombardi quien afirmó se trató de una oración y no de un exorcismo (ver: http://www.zenit.org/es/articles/el-vaticano-niega-un-presunto-exorcismo-del-papa-francisco).

Para profundizar sobre el tema, ZENIT entrevistó al padre Pedro Barrajón, rector del Ateneo Pontificio Regina Apostolorum, con sede en Roma, en cuyas aulas se realizaron varios cursos sobre exorcismo.

¿Padre Barrajón, qué es un exorcismo?

--Rector Barrajón: Es un sacramental, un signo sagrado que obtiene efectos espirituales por medio la intercesión de la Iglesia, realizado por un obispo o sacerdote autorizado sobre una persona que está poseída por el demonio.

El rito está estructurado de modo que hay una introducción, una parte inicial, la lectura de la palabra de Dios y una serie de oraciones que incluye aquella en la que el exorcista pide al demonio salir de la persona en el nombre de Cristo.

¿Es necesario un rito particular?

-- Rector Barrajón: Sí, es un rito celebrativo que inicia con la señal de la cruz, la proclamación de la Palabra de Dios, las letanías de los santos, la aspersión con agua bendita, la profesión de fe, la imposición de las manos, la renuncia a Satanás, la recitación de la oración del Señor, la bendición con la cruz, la insuflación y las oraciones propias de exorcismo y concluye con la bendición. Algunas de estas partes se podrían omitir. El rito está publicado por la Congregación del Culto Divino y la disciplina de los Sacramentos en el año 2001.

¿Lo puede realizar cualquier persona?

-- Rector Barrajón: El rito lo puede realizar un obispo o sacerdote que tenga la autorización de su obispo.

¿La estola y el agua bendita para qué sirven?

-- Rector Barrajón: Dado que se trata de un sacramental, el sacerdote usa la estola para la celebración del rito. El rito prevé la aspersión con agua bendita de la persona que recibe el exorcismo, de los presentes y del lugar donde se celebra. El agua bendita recuerda el bautismo en el que el fiel recibióla dignidad de hijo de Dios, se incorporó a la Iglesia, recibió la gracia de Dios y los dones del Espíritu Santo, profesóla fe y renuncióa Satanás.

¿Y los casos de posesión?

-- Rector Barrajón: La posesión es el dominio por parte del demonio del cuerpo de una persona. No hay necesariamente un influjo sobre el alma. Para entender esto es como si un solo apartamento estuviera habitado por el inquilino habitual y otro que se introduce ahípara causar malestar o daño. Cuando sólo hay como molestias pero no es posesión propiamente se habla de vejación. Es importante que el sacerdote, antes de celebrar un exorcismo, tenga la certeza moral de es necesaria su celebración, es decir, de que no se trata de una enfermedad de tipo psicológico del tipo que sea: paranoia, esquizofrenia, histeria, etc; en la oración y con el consejo de hombres prudentes y santos, debe estar convencido de que se trata de un caso de verdadera posesión.

¿Cómo diferenciar entre una patología de un caso de posesión?

-- Rector Barrajón: El exorcista debe orar y pedir el consejo de personas santas, prudentes y bien formadas y, si fuera el caso de competentes peritos como psicólogos y psiquiatras con una antropología cristiana de base u otro tipo de expertos que descarten que se trata de una enfermedad que se puede tratar por medios naturales.

¿Qué diferencia hay entre un exorcismo y una oración de liberación?

-- Rector Barrajón: La oración de liberación se hace para personas que sufren molestias o vejaciones pero no a nivel de posesión. En estos casos bastaría la oración de liberación en la que se pide al Señor libre a la persona del influjo del Maligno. Para estas oraciones no se requiere el explícito permiso del obispo.

¿El demonio es una representación del mal o es una persona o ser?

-- Rector Barrajón: Es un ser real con una inteligencia superior; un espíritu puro pervertido por su pecado de soberbia con el que se rebelócontra Dios y que busca el mal del hombre. No se trata de un ser metafórico, una especie de símbolo del mal. Sin embargo es difícil llegar a una compresión de su naturaleza precisamente a causa de la deficiencia de bondad y de verdad que estructuran su ser.

¿El papa Francisco ha hablado varias veces sobre el diablo, cómo hay que entender esto?

-- Rector Barrajón: Yo creo que una persona tan espiritual como es el papa Francisco, muy unido a Dios, amante de la oración, de la mística y la ascética cristianas en la vida cotidiana, perciba también la acción del demonio en las personas, en el mundo y en el interior mismo de la Iglesia. Me han comentado que él tenía en Argentina amigos exorcistas, pero no tengo confirmación directa de este dato.

¿Los exorcistas hoy cómo operan?

-- Rector Barrajón: Los exorcistas son sacerdotes que tienen el encargo ministerial de su obispo para celebrar este sacramental en bien de los fieles. Normalmente operan en una determinada iglesia y suelen ser ayudados por otras personas espirituales que oran junto conél, sujetan, si fuera necesario a la persona, durante el exorcismo, pues podría haber alguna manifestación violenta y los acompañan en este servicio de caridad para quien sufre estos males. Pueden existir horarios específicos o se hace una cita conél para la atención de los diversos casos.

¿Cuando se realizan los exorcismos suceden cosas extrañas, como en las películas sobre el tema?

-- Rector Barrajón: La persona durante el exorcismo puede cambiar la voz, la mirada, la actitud con los demás; puede además adquirir una fuerza física especial. Pero algunas películas exageran las manifestaciones de los exorcismos normales añadiendo detalles de mayor drama e intensidad.

¿Usted ha participado alguna vez a un exorcismo?

-- Rector Barrajón: He participado en algunos exorcismos y en los cursos teológico-pastorales que tenemos para los sacerdotes en nuestro Ateneo sobre este tema, como conferencista de cuestiones teológicas. He podido escribir una sencilla obrita sobre los ángeles y demonios en el plan de salvación. Pero mi interés es más teológico que la práctica pastoral del exorcismo.

(23 de mayo de 2013) © Innovative Media Inc.






 
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